viernes, 27 de enero de 2012

Lorca para niños


Viene a iluminar la Tierra
en la vega de Granada,
de la mano de alguna hada,
acunado por la Sierra.

El niño, alegre y contento,
viste el mundo de color
y hace que a su alrededor
cante al agua y ría el viento.

Con sus patosos andares,
quiere explorar el lugar.
Antes de empezar a hablar,
ya tararea cantares.

Consigue ser siempre el centro
y brilla como un lucero.
Ingenioso y zalamero,
hace cosquillas por dentro.

Lo que Federico adora
es jugar con marionetas,
dibujar en sus libretas
y leer a cualquier hora.

Desde muy temprano aprende
a rasguear su guitarra.
Canta como una cigarra.
¡El chiquillo tiene duende!

Se marcha a Madrid y allí
vive una gran experiencia:
se aloja en la Residencia
con Buñuel y con Dalí.

Se dedica a la poesía:
es artista de una pieza
de los pies a la cabeza,
aunque estudie abogacía.

En Nueva York se encandila:
los neones por las noches,
los largos ríos de coches,
los rascacielos en fila...

También Cuba le fascina.
Allí cuenta, tan campante,
que vio a un hada relumbrante
asomada a una cortina.

Con amigos tres o cuatro,
decide el poeta un día
crear una compañía
ambulante de teatro.

La Barraca es ilusión.
Gusta a todos donde va.
Viaja de aquí para allá,
triunfando en cualquier rincón.

La felicidad se empaña.
Estalla una guerra horrible,
alzando un muro invisible
entre dos partes de España.

Y matan bajo un olivo,
con pistolas y escopetas,
al poeta entre poetas.
¡Pero continúa vivo!

Como sus versos no hay otros.
La magia de su poesía,
llena de luz y alegría,
sigue estando entre nosotros.
(Carmen Gil, www.poemitas.com)

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